Saturday, December 29, 2007

De los textos que son basura de la cotidianeidad: o la representación de un escenario sin dimensiones teóricas ni moralejas.


- Fíjate que anoche estaba pensando…
- Ey.
- ¿Y si la acomodamos parada mejor?
- Pero así va a estar difícil luego para sacarla ¿no?
- Mmm, pues… no creo. Te digo que ayer estuve pensando toda la noche como hacerle, y si la dejamos acostada va a estorbar mucho. Mira, jálala para allá.
- Ajá.
- Ok. Ahora, empújala.
- Ok.
- ¡Chingado! Ya me cayó en el pie…
- ¡Pues cuidado!
- Ay, a ver, sácala mejor.
- Es que ya no cabe por aquí por la esquina. Hay que arrastrarla para que no pegue con el techo.
- ¡Pues arrástrala!
- Ok.
- Agárrala de la esquina.
- Ok. ¿Y ahora? ya me cansé, ¡rápido!
- No. ¿Sabes que? Es que ya ni entra, ni sale. Vamos a tener que serrucharla.
- ¿Qué?
- Si, es que no nos podemos quedar aquí todo el día sosteniéndola.
- Pues si.
- Mira, ahí abajo hay una caja con herramienta. Saca el serrucho y córtale ahí.
- ¿Aquí?
- Si, ¡las patas pues!
- Ok.
- ¿Ya?
- Si.
- A ver si sale.
- Ya, ¡listo!
- Ya ni la desvelada, bueno, lo que sí es que mucho en que pensar, pues no. Aunque ésta escalera si me hacía ilusión.
- Mañana compramos una más chica.
- Pues si. Pero ahora sí que quepa parada.
- No te apures, tomamos las medidas y ya.
- Pues si, ¿ya viste? Estoy sudando, ¡uff!
- O mandamos hacer la de caracol y nos quitamos de problemas.
- ¡No! si con esta no dormí una noche, con la otra se me van a salir los ojos de tanta desvelada!
- Ja, ja, ja, ja.
- Primero es dormir que ser cristiano… aparte, no hay que ser tan pretenciosos, no nos vaya a pasar como a los de la torre de babel…
- Ay, ¡que exagerado! Ya pues, hay que hacerla pedacitos para sacarla al bote de basura.
- Si, tú la sacas mientras yo veo como se va a la basura, junto con los pedazos de escalera, una noche más de mi vida. ¡Es que de veras no dormí pensando en la maldita escalera!
- Ay, ¡que dramático!… mejor vamos a la cocina y te preparo un vasito de agua de limón ya mañana veremos que hacer con ella.
-Ja, ja, ja, ándale pues. Pinche escalera...

Fotografía: Izmail Galin

Noemí Mejorada at 8:52 PM

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Tuesday, December 11, 2007

Cuento sobre la invisibilidad humana (que es en realidad una propuesta metodológica para lograr hacerse invisible)



Detrás del espejo se encontraba X sentado cómodamente en una silla. Esperaba pacientemente pues su espera no era, regularmente, larga. Entonces entró Y, cargada de tres pantalones, dos blusas y tres vestidos. Dejó su bolso en el gancho de la puerta del probador y se dispuso a probarse, primero, el vestido color morado.

X era un hombre de aproximadamente treinta años, guapo, y muy carismático; que se divertía viendo cuerpos desnudos detrás de un falso espejo. En su larga carrera y desde su amplia experiencia, había clasificado los cuerpos femeninos en siete categorías: obeso con mucha grasa, obeso con menos grasa, delgado, delgado sexy, flaco, muy flaco y esquelético. Prefería los cuerpos flacos, aunque sabía reconocer la belleza en todos. Y además era afortunado, porque todos ellos posaban frente al falso espejo una cantidad innumerable de veces; dando vueltas a la izquierda y la derecha, de frente y por detrás. X disfrutaba el numerito que se repetía al infinito, y dibujaba las incontables figuras en hojas de papel.

Entonces Y se puso el vestido morado y dio vuelta a la derecha y luego a la izquierda, mientras X captaba cada movimiento con su lápiz. Sus ojos se movían rápidamente, casi tan rápido como su mano, que intentaba capturar, como una cámara de video, los suaves movimientos de las piernas y los pliegues de la tela. Luego Y se quitó el vestido (acción que captó hábilmente el lápiz de X), y se puso la blusa roja. X suspiró. Las piernas de Y eran flacas; su vientre también. X pensó que podría amar eternamente esa figura, y trazó un par de líneas más. Y, se puso el vestido verde de rayas blancas y se dio una vuelta completa. X dibujaba y dibujaba. Así pasaron lentamente tres cuartos de hora.

Cuando Y salió del probador decidida sacar de su bolso la tarjeta de crédito para comprarse un bonito vestido; los labios de X esbozaron una leve sonrisa: una vez más había logrado hacerse invisible. Se dispuso a pegar con cinta adhesiva en la pared de su departamento las hojas que acababa de dibujar hacía unos instantes; las observó por un largo rato, detenidamente, atentamente, y decidió llamarlas: Serie de la transparencia humana. Guardó las hojas sin usar y el lápiz; y se recostó en la cama a esperar con los ojos cerrados a que amaneciera para abrir la tienda y sentarse de nuevo, cómodamente, en la silla detrás del falso espejo.
Fotografía: Eugenio Recuenco

Noemí Mejorada at 6:59 PM

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Monday, December 03, 2007

Historias de la insulsa muerte: el caso de Miss Pánico



Le contó la historia más increíble que había narrado en los últimos días; más aún porque la había vivido en carne propia. Estaba sentada con un cigarro entre los labios y temblaba de la emoción mientras le contaba a su interlocutora la sorprendente, y casi inverosímil anécdota.

- ¡Dio dos pasos y se quebró en dos partes! El vestidito a la moda hizo su papel en el piso. Yo estaba ahí. “La modelo era una muerta que quedó partida en dos” Dijo la prensa el día siguiente a la pasarela. Dicen que sólo comía nueces…

- ¿Sólo nueces?

- Eso es lo que dice la prensa…

- ¿La prensa? Será la sensacionalista…

- No sé.

- A ver… deja busco en Internet… ¡Aquí está! Es verdad, sólo nueces, puras nueces…

- Si, te digo que yo estuve ahí… ¡Impactante!

- Seguro esas nueces estaban envenenadas.

- O echadas a perder.

- Ja, ja, ja…

- Ja, ja, ja…

- Ya, no te rías. Que todas estamos expuestas…
Fotografía: Eugenio Recuenco

Noemí Mejorada at 8:26 PM

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