Wednesday, October 25, 2006

La mujer permitió...


La mujer permitió, “yo puedo”, se dijo a si misma y se lanzó de espaldas de aquel barranco. Mientras caía pensó: “no siento miedo, solo al golpe en el corazón… todo fuera como caer y morir. Después de la muerte está el vacío… pálido como la luz de la luna, acompañado de la oscuridad de todas mis noches. Me la guardo en la bolsa, mi luna, y me dejo caer… el peso extra hará más veloz la caída y más llevadera mi estancia en aquel lugar”.

Por las noches sale acompañada de ella, la saca de vez en cuando para iluminar los pasos que a tientas da; pero en medio de la confusión la ceguera invade el corazón de cualquiera.

La mujer permitió, “seguro será cuestión de tiempo” se dijo, y se lanzó de espaldas desde el acantilado más alto. Tomó su corazón y lo guardó en la bolsa, pensó que así no correría peligro. Mientras caía pensó: “no hay hueco que deje escapar a mi corazón, si lo protejo, si me lo guardo…todo se reduce a caer y morir, pero siempre al lado de mi corazón”. Por ello es que lo lleva siempre consigo, y cuando lo renta (solo en ocasiones imprescindibles), procura llevar siempre el papel firmado, el contrato por medio del cual se acordó el precio y el tiempo… en caso de un desperfecto, una denuncia lo arregla todo.


La mujer arriesgó, con un suspiro se arrancó el corazón y lo entregó sin pedir nada a cambio. Se vio expuesta en una cama, desnuda, reducida a cero. Con una mano sostenía la mitad de un corazón agonizante, con la otra trataba de alcanzar los pedazos rojos, ensangrentados de la mitad de corazón que habían esparcido por toda la habitación. Mientras se vestía pensó: “el rojo líquido de mis últimas noches me ha atragantado hoy… mañana buscaré el piso más alto del edificio más alto y me tiraré de frente, esta vez de frente”.

De pie, frente al vendaval, con los bolsillos vacíos y los ojos llenos de lágrimas, sentía el vértigo común que acompaña a las mujeres que pretenden huir. Mientras se tambaleaba pensó que era más fácil si se lanzaba de espaldas. La espalda era segura, sin mirar abajo. De espaldas podía aún distinguir la figura, aplazar la última huída. En ausencia de un corazón que guardar, tomó la última ilusión y se lanzó con los brazos abiertos. Abajo la espera el golpe, certero, infinito, un golpe atroz que no mata, que se repetirá mientras la caída sea cobarde y esperanzadora, mientras que encuentre pretextos que guardar en las bolsas, hasta que le ponga la cara al frío concreto de que está hecha la muerte del alma.

En confidencia con el que arranca los corazones pidió una última oportunidad, explicó que es insoportable vivir así, reveló el secreto más importante de su ser: el componente esencial de que está hecha su voluntad es volátil, basta un segundo de confianza para hacerlo estallar. El arranca corazones respondió: “no lo sé” e inmediatamente sintió como cada célula de su cuerpo experimentaba la explosión más conmovedora. Estaba lista para una más, solo debía buscar un nuevo barranco, un nuevo acantilado. Debía situarse cerca para asegurar su pronta llegada en situación de emergencia.

Noemí Mejorada at 10:19 PM

3comments

3 Comments

at 12:55 PM Blogger Vala Sailhin said...

Tú me regalaste el texto, yo te doy la imagen...

TE quiero...

 
at 8:05 AM Blogger Alarum Raia said...

nena!! no se ve nada!!! no se puede leer!! :P

pero quedó lindo lindo

 
at 1:47 PM Blogger Noemí Mejorada said...

como que no se ve nada???, como que no se puede leer??? de que hablas alarum raia???

Pero gracias...

 

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