Monday, June 18, 2007

Luna París




De un gran salto llegué anoche a París. Me puse un par de zapatillas rojas y salté lo más alto que pude. Sentí que volé. Y llegue a París, y caminé por sus calles nocturnas. Paso a paso, por las calles de París. Y me embargó el romanticismo y sus destellos color rosa. Entre labios rumorosos y corazones palpitantes respiré la suavidad de un viento transparente; mis pulmones se avivaron y comencé, de lleno, a reír. Envuelta en corazones imaginarios, París y yo éramos un solo y minúsculo punto en el universo.

La noche cayó sobre mi cabeza aturdida por tanta felicidad y las calles se vaciaron. La luna apareció de repente ante mí gorda y redonda, y con su par de ojos amarillos, me observó durante largo rato. De pronto, dejó caer desde el cielo un par de lágrimas plateadas, igual de gordas y redondas que ella y, entonces, la ciudad se convirtió en un profundo río color mercurio. Porque la luna lloró largamente, observándome. Entre sollozos, sonreía, era la sonrisa más triste que he visto en mi vida.

Estoy sentada en medio de la noche. Solté las fuerzas que mantenían de pie y caí sobre el concreto parisino. Observo hacia arriba, más allá de las estrellas. Esperaré a que amanezca, para saltar, para regresar. Después de todo, París no es como lo pintan.
Fotografía: Al Magnus

Noemí Mejorada at 6:46 PM

1comments

1 Comments

at 6:57 AM Blogger Vala Sailhin said...

Mmm!, pues habrá que ver eso.

 

Post a Comment