Thursday, May 22, 2008

De cuando Lady Mary desafió a la muerte el día en que ésta se apareció inesperadamente



Lady Mary salió de su casa y tomó el sendero que la conduciría a la galería del bosque de la ciudad. Entre los melodiosos cánticos de un montón de aves de colores que buscaban desesperadas un lugar en las ramas de los árboles para poder dormir, Lady Mary subió y bajó por la colina. Llevaba un largo abrigo negro y el cabello recogido con un elegante broche de plata. Era de noche.

La galería era una construcción redonda tipo modernista que habían decidido colocar en medio de un espeso bosque. Los amigos de Lady Mary eran todos curadores de arte y esa noche harían una fiesta en honor a un importante artista que venía llegando desde Londres. Éste excéntrico inglés era uno de los más prestigiosos artistas del siglo XXI, y sus instalaciones atiborraban de públicos ansiosos todas las galerías alrededor de Europa y del mundo. Lady Mary lo había visto en revistas y por televisión, y amaba su obra. Así que se apresuró para no llegar tarde y así poder conocerlo en persona. Encendió un cigarrillo, se envolvió en la oscuridad de su largo abrigo y tomó camino. Aspiraba en bocanadas el humo de su cigarro y caminaba sin perder el rumbo.

Entre los arbustos y detrás de los ensombrecidos árboles se encontraba, siguiendo a Lady Mary, un ladroncillo de poca monta. Era muy delgado y no tenía un solo diente. Dos grandes bolsas colgaban de sus ojos cansados y una mirada perdida intentaba insistente no desviar el rumbo. La seguía de cerca, guiado por el brillo de la plata que emanaba del broche de su cabello. Se internó lentamente en la espesura del bosque mientras Lady Mary apresuraba el paso. Aseguró contra su costado una pistola que cargaba en el bolsillo de un sucio abrigo gris mientras una sonrisa desdentada se abría paso entre las comisuras de su boca.

Lady Mary encajaba los tacones puntiagudos en la tierra húmeda y con un poco de trabajo seguía adelante. El ladroncillo de poca monta aplanaba con sus sucios zapatos la tierra que los tacones de Lady Mary dejaba suelta por ahí después de haberse hundido en el suelo terregoso y haber salido dificultosamente de él. Muy de cerca, caminaba muy de cerca. Pero Lady Mary no volteó jamás hacia atrás. Quizá fue por eso que nunca se dio cuenta de que un día, mientras cruzaba el bosque tranquilamente, intentó ser asesinada y que, aquel intento de asesinato, fue motivado por el soberbio broche de plata que su hija mayor, Anne, luciría feliz el día de su boda.

Podríamos decir que el delgado ladroncillo era un hombre sin escrúpulos; un verdadero sin vergüenza. Y que nunca, en toda su vida, había dudado en matar a alguien si el fin era robarle al muerto lo que fuera. Esa noche, el brillo color mercurio que se escapaba sin cautela del cabello de Lady Mary había sido motivo suficiente para creer que la muerte era necesaria y hasta merecida por aquella chica. El ladroncillo de poca monta, era de aquellos que están seguros de identificar a simple vista a quienes están marcados por el signo de la muerte; es decir, era de la clase de hombre que se piensa verdadero poseedor de un conocimiento supremo en el cual se encuentra contenido el invisible designio de la misteriosa hora final. Según éste frívolo asesino, éste era el caso de Lady Mary, quien, afortunadamente, nunca se enteró que aquel ladrón leyó un mortal mensaje en ella; por ello nunca sintió a la muerte pisar sus pasos aquella oscura noche mientras se dirigía a una exposición de arte inglés.

Subieron y bajaron la colina; pasaron por debajo de altos y frondosos árboles; surcaron los límites del bosque para evadir los peligros de la oscuridad de la noche y se internaron de nuevo cuando el bullicio de la gente en la galería se comenzó a abrir camino entre el silencio de la naturaleza dormida. Lady Mary sintió que una luz muy tenue se dejó caer por todo su rostro y tuvo que arrugar la frente, pues en la medida en la que caminaba y se acercaba, ésta se hacía cada vez más fuerte. Sólo cuando estuvo a siete metros de ella se percató de que provenía de uno de los reflectores que habían colocado a la entrada de la imponente galería circular. Puso una mano en su frente para cubrir sus ojos de los efectos del reflector y ver mejor a quien salía de la galería para recibirla. Era su amigo John. John había sido el promotor principal de la fiesta de aquella noche, y cuando vio a la chica salir de entre la negrura del bosque se dio prisa para encontrarse con ella y acompañarla hasta la recepción. Se dieron un abrazo y un beso en la mejilla y entraron del brazo. El ladroncillo de poca monta giñó un ojo, ademán que era producto de un inevitable tic nervioso, y esperó tras el enorme tronco de un árbol el momento perfecto -que sería cuando Lady Mary se encontrara aparte de los demás- para dispararle un certero tiro en la cabeza y extraer el broche de plata de su cabello.

John ofreció a Lady Mary un martini seco. Charlaron y fueron a donde se encontraba el centro de atención de la noche: el excéntrico artista inglés. Lady Mary puso su mejor rostro, se quitó el abrigo negro de encima, y dejó lucir un bellísimo vestido color plata que hacía juego con el soberbio broche. Acaparó pronto la atención del artista. Su rostro era perfecto, sus piernas, largas y esbeltas y sus ojos brillaban a la par de las tonalidades plateadas que emanaban de todo su cuerpo.

El artista la invitó a salir. Ella accedió. Bebieron dos martinis y charlaron largo rato afuera. Entonces la bebida se terminó y el excéntrico artista inglés se ofreció a ir por más. Entró en la galería dejando a Lady Mary sola. El ladroncillo de poca monta sonrió malévolamente y se acercó casi a rastras. Sacó la pistola del bolsillo, colocó el silenciador en ella, y disparó un tiro. Mientras tanto, Lady Mary observaba atenta la omnipotencia de la natualeza dormida, y pensaba en lo que podría sentir un hombre al ser abandonado en ella. Suspiró, pasó una mano por su cabello y desprendió sin querer el broche. Éste cayó al piso. Entonces Lady Mary se agachó para levantarlo. La certera bala se convirtió en un barco en pleno naufragio, y pasó por encima de la cabeza de la chica. El ladroncillo de poca monta estaba que no creía lo que acababa de suceder. Su mirada se encontraba indudablemente perdida, igual que el inútil tiro que había disparado, el cual, en ese momento, era ya cosa del pasado.

La profunda tranquilidad del sueño del bosque se vio interrumpida cuando un grupo de aves de colores emigraron espantadas de un árbol a otro después de que una bala perdida hubiera golpeado fuertemente una de las ramas en las que dormían serenas. Lady Mary pensó entonces que la natualeza le hablaba con una armonía sublime de coloridos cánticos. Sonrió. Colocó el broche en su sitio y tomó el martini que el excéntrico artista inglés le extendía con una sonrisa en el rostro.

El ladroncillo de poca monta seguía sin poder creer el hecho que acaba de acontecer; y lamentó haber cargado con una sola bala el cartucho de su pistola.

Aquella noche la muerte estaba de lección. Por eso hay quienes afirman que nadie debe pretender saberlo todo acerca de ella.

Cuento dedicado a Lino Fontana, el más grande ladrón que ha existido sobre la faz de la tierra a lo largo de todos los tiempos.

Fotografía: Lilya Corneli

Noemí Mejorada at 4:41 PM

10comments

10 Comments

at 6:25 PM Blogger LINO FONTANA said...

:O !!!!!

Vaya ladrón chimuelo que no pudo robarle a Lady Mary su broche... Ante semejante pifia, y como no puedo dejar caer a mi gremio en tamaño desprestigio (y también porque me gustan los retos), yo mismo le robaré a Lady Mary su broche de plata.

;)

Mientras tanto, gracias Rotita por dedicarme tan hermoso relato. Doblemente afortunado me siento de contar entre mis lectoras con alguien de talentos tan extraordinarios.

:D

Saludos y un abrazote enooorme!!!

 
at 6:08 PM Blogger sirako said...

holas!

 
at 11:54 AM Blogger jerónimo said...

el hecho de que un despiadado asesino sea llamado "ladroncillo de poca monta" me resulta de sobremanera subversivo...

bien por eso!

 
at 1:40 PM Blogger Samantha said...

Muy, muy bonito¡¡¡¡, me encantó la imagen de la lady dejando caer su hermosa y larga cabellera ondeando al ritmo del viento y de su vestidazo plateado. Odié al ladronzuelo, si algo me caga de verdad son los imbéciles que navegan con cara de piojitos mojados y que son más perversos de lo que podemos imaginar.

Definitivamente creo que Lino superará a ese ladonzuelo de mala muerte, él sí es todo un experto, jijiji.

Rotita, me gustan mucho tus historias y hoy estás aquí a un ladito mío sin saber que te escribo, jejejeje, ésta es una de ésas tardes que me hacen sentir muy feliz. Te quiero¡¡¡¡ ;D

 
at 7:28 AM Blogger Vala Sailhin said...

sé que últimamente no siempre dejó comentarios, pero siempre te leo. Siempre. Y, pues, qué te puedo decir, tus historias son todas lindas!!... Creo que Lino y tú debería escribir algo juntos!!...qué tal??...todo se las distancias no son problemas por aquí o sí?...
Por cierto: Mi NF

 
at 6:23 PM Anonymous Anonymous said...

Ja! Suertuda Lady Mary, ni en cuenta que casi casi chupa faros, jaja! ese ladroncillo guacala,no?
lindo cuento como siempre,siempre escribes taaaan bonito...casi pudo haber estado así, una reseña para un periódico escolar de...:(
mejor me voy, no diré más.

 
at 12:37 PM Blogger Noemí Mejorada said...

Fontana: Me da gusto que te guste, es para ti! Y pues de lo del broche, déjalo así; ladroncillos tan de poca monta no merecen ser relevados... ya eres de otro nivel!!! Aunque si quieres robar ese broche y traerlo de tributo a este blog, ps no se desperdiciaría; a mi me hace falta una buena peinada... Me encantaría un brochecito que brille!!!

;)

Un beso! espero verte pronto por aqui!!!

Sirako: Holas!!!

Napoleón: mmm... qué onda!

Jerónimo: hola que tal!!! ay si, eso es lo que era, super de poca monta... jeje, n vale nada... Gracias por venir siempre por acá... cuidate!!!

:)

Pami!!! ay si chula, que linda tarde!!! que peli y que linda compañía... Eres un encanto de guera! que lindo que te gusto esta historia de casi muerte... Lady Mary es como nosotras, super elegante, jajaja!!! besos!!!)

Reina: Ya se, muchas thankius! a ver si el ladrón accede luego... por cierto, síguele con la loca asesina... ya quiero un primer destazado!!!

;)

Comidilla del colegio: Ay nooooooo, sabes dónde dar el golpe bajo!!! no me digas eso comidilla!!! si sabes que si quería, pero esa visita!!! me dejó desarmada... ya no le voy a abrir la puerta nunca a nadie... déjame que me reivindique pliss, andale...

:(

te quiero!!!

 
at 8:04 PM Blogger CrisS said...

Me encantó tu cuento... Y la imagen está genial, además...

Mh sospecho que volveré por aquí

 
at 9:35 PM Blogger Noemí Mejorada said...

Crisssss: pues vas! que bien que te haya gustado... regresa cuando quieras que aquí eres bienvenida...

Abrazo!!!

:)

 
at 7:25 AM Blogger Lilith said...

Me dio curiosidad eso del broche, claro que primero tube que leer tu historia para poder entender la del ladonzuelo, que bonitos cuentos, de la que se ha salvado Lady Mary.

Ese Landron perverso no se merecia menos, nada que ver con el simpatico lino.

Muy bonito blog, seguire vistandolo ;)

 

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